Prólogo

2020 y 2021 pasarán a la historia por muchas cosas y no solo por aquellas más obvias. Leyendo entre las líneas borrosas del discurso establecido, descubriremos que fueron los años en que los dictadores más feroces de la biografía terrestre quedaron opacados frente a la más exitosa de todas las tiranías: la autoimpuesta por una humanidad aterrorizada ante un enemigo invisible que, supuestamente, estaba en todas partes. 

 

¿Cómo y por qué sucedió? Por una parte, el sistema económico fiduciario colapsaba tras las bambalinas bancarias, sin que el contribuyente medio lo sospechase, desinformado por un periodismo vendido a los grandes poderes. Por otra, las élites tutoras de tal engendro necesitaban camuflar su responsabilidad poniendo en práctica una fórmula expresamente diseñada para beneficiarse del previsible agotamiento de un capitalismo basado en la deuda. Su estrategia pasaba por una guerra biológica disfrazada de fortuita pandemia. Esto permitió paralizar la actividad económica que ocupaba, principalmente, al espectro poblacional más abundante, a fin de neutralizar la temida rebelión de los de abajo contra los de arriba, dado que los ciudadanos achacarían su hambre al bicho y no a los banqueros. La fórmula de “generar el problema, esperar la reacción y proponer la solución” les quedaba redonda porque, además, el miedo a un virus que, prensa mediante, podían volver tan permanente y peligroso como desearan, permitiría inyectar pseudo-vacunas con que eliminar a la parte de la población improductiva y reprogramar al resto al servicio de su agenda. Ante un escenario en que la fuerza laboral de antaño sería sustituida por máquinas o bien, por humanos transgénicos y 100% obedientes, el grupo humano más dependiente sobraba, pero también el más combativo. ¿Cómo amedrentar a los rebeldes? De dos formas, inicialmente: primero, más allá del descrédito, buscaron despersonalizarlos ante sus semejantes bajo etiquetas como “negacionistas”, “conspiranoicos” e “irresponsables”. De este modo, sus propios allegados, presos del pánico al contagio, actuarían como policías, ejerciendo una presión cercana y constante contra ese grupo abstracto, peligroso y con nombre de secta.  Al mismo tiempo, se normalizaría y globalizaría la prohibición de las opiniones alternativas, por muy autorizados curricularmente que fuesen sus voceros. Cualquier fisura en la narrativa establecida sería retirada de las principales redes bajo la excusa de la protección de la salud, donde la hipotética amenaza estaría en todo planteamiento que cuestionase el consejo oficial. El método científico, la investigación rigurosa, la comprobación empírica y el juramento hipocrático acabaron en la basura ante un discurso monolítico en favor del objetivo último: inyectar a toda la población una vacuna experimental injustificada. Recordemos que la probabilidad de morir por Covid era menor al uno por ciento.  

 

Comprendidos los motivos de esta aparente pandemia, tengamos en cuenta que el terreno que hizo posible la cosecha de tal atentado, había sido labrado y abonado antes, no solo debilitando la logística que debiera hacer frente a la crisis, sino acostumbrando a la población a desentenderse de la política hasta el punto de tolerar la inexistencia, en la práctica, de la separación de poderes y el deterioro de la democracia que eso supone. De hecho, a casi nadie le escandaliza que los diputados ya no se deban al pueblo, sino a sus partidos, o que los jueces sean propuestos por los políticos de turno. Es decir, la desidia en la aplicación rigurosa de las constituciones o del método científico no es exclusiva del ámbito médico ni de la actual contingencia sanitaria. En el entorno jurídico se han ignorado, por décadas, los procedimientos que debieran establecer lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto al servicio del bien común. El más escandaloso ejemplo lo tenemos en España y se rescata también en este libro: el Expediente Royuela, un informe que acusa al aparato estatal de más de mil asesinatos organizados y ocultados por medio de la Fiscalía General de Cataluña, muchos de ellos para eliminar enemigos políticos o ideológicos. Esta denuncia tiene presunción de autenticidad por sus 36.000 documentos de evidencias, habiendo tres periciales caligráficas corroborando que letra y firma de las órdenes de asesinato contenidas en dichas notas son del Fiscal Jefe de Cataluña de esos tiempos. Si tal denuncia fuese por un sólo muerto, merecía ser investigada, pero se documentan 1.136 asesinados con nombres, apellidos y estrategia de eliminación. No obstante, se evita a toda costa su abordaje judicial, siquiera, para establecer su hipotética falsedad y castigar a los difamadores. ¿El riesgo a que se conozca la verdad sería demasiado alto?

 

Hago un paralelismo con otro asunto, también recogido aquí, sobre este "modus operandi" de las instituciones que nos gobiernan, pues resulta comparable con lo que hacen con el dióxido de cloro, otro escándalo en el contexto sanitario. Se trata de una sustancia mineral con una gran presunción terapéutica, pues disfruta de incontables testimonios en todo el mundo de su eficacia e inocuidad para múltiples patologías, entre ellas, la Covid, motivo de peso para ser urgentemente estudiada. Sin embargo, las autoridades competentes, en una actitud cuasi criminal por sus mortales consecuencias, deniegan la elaboración de estudios bajo los parámetros oficiales. Es decir, la persiguen por no tener informes legales que confirmen su inocuidad y, a la vez, no permiten que se estudie con las garantías pertinentes. ¿Tendrá que ver el hecho de que sea una solución muy barata, fácil de fabricar, que no crea dependencia y que podría sustituir a unos 4000 medicamentos? ¿Qué motivaciones se esconden, entonces, en quienes debieran servir a los ciudadanos? ¿A quiénes sirven en realidad?

 

Sea cual fuere el motivo del indisimulado deterioro de nuestras instituciones, me colma la sospecha de que, mientras escribo estas líneas, asistimos a su fin con el derrumbe de los pilares que sostenían nuestro sistema y cosmovisión. Me refiero a los cinco paradigmas oficialistas que articulaban nuestra vida cotidiana e interpretación de la realidad: el económico, el político, el religioso, el científico y el educativo. Todos, en su versión tóxica, se encuentran en caída libre, vencidos por la torpeza ambiciosa de unos pocos que aspiran a amortiguar su propio desplome por medio de una guerra psicobiológica que, cual termita, socave silenciosamente nuestras libertades y anestesie nuestro último asomo de discernimiento. Fracasarán, porque en un universo bipolar, no hay oscuridad sin luz. El paisaje corrupto, y hasta satánico, que se desvela ante nosotros debiera ser el primer síntoma del detox que viene, limpieza que sólo puede darse haciendo visible la suciedad. Con esa confianza sigo promoviendo mensajes de lucha y esperanza bajo la lluvia de andamios y proyectiles.

 

¿Qué papel juega esta obra en tal apocalipsis? Amplificar la luz. Esquivar la censura mediática, difundir las denuncias legítimas y expandir los mensajes con potencial despertador del innato poder que ostentamos por ley natural. “Sin Censura To You” rescata, en un soporte más independiente y perdurable que los digitales, aquellas voces disidentes acalladas por la persecución en los medios masivos y redes sociales. Buscamos evitar que, una vez más, la historia escrita la cuenten los de siempre: los vencedores en el pasado y provisionales beneficiados de esta guerra, los aferrados a la cima de la pirámide. Eso pasaría si cada reporte divergente quedara publicado solo en plataformas digitales privadas, tan frágiles a esta renovada inquisición. Reunirlas, pues, en ese resistente dispositivo inalámbrico que es el libro en papel de calidad editorial, invulnerable a los virus electrónicos, las tormentas solares, los ataques cibernéticos y la censura mediática, era una misión digna de intentarse. El hecho, además, de poder registrarlo en el Depósito Legal, donde cinco ejemplares quedarían a disposición del público por unos 200 años, volvía más inexcusable el intento, facilitando así, a las generaciones futuras, otra perspectiva más desinteresada de la actualidad. Imbuk Ediciones, por otro lado, disfruta de una ventaja afín a este objetivo: somos 100% independientes. Ni debemos favores ni los requerimos. De algo que sirva el desafío que supone la autogestión. Todo ello sumado a nuestra preocupación en los temas planteados, dio forma a este libro, resultado de la generosa respuesta de sus protagonistas, auténticos abanderados de la justicia y soberanía humanas. Se trata del primer volumen de una obra que puede crecer en más tomos, si así lo quieren nuevos e intrépidos expositores desde la trinchera de su coherencia.

 

Gracias, lector, por asumir tu poder adquiriendo esta obra. Y gracias a sus valientes autores por esta radical invitación a comprometernos con nuestros principios más allá del temor. Pues jamás el miedo alfombró el camino hacia la libertad.

 

 

Mireya Machí. Editora.